Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

¡A regular se ha dicho!

Cómo nos gusta esta mentalidad de esclavos que aceptamos sin rechistar. Nos obligan a hacer una cosa, y la hacemos sin más. Un tipo con mucho tiempo libre llega a procurador en las Cortes de Castilla y León, o a diputado en el Congreso, o a Eurodiputado, y en una de esas mañanas en las que se levanta inspirado, se le ocurre que podría ser buena idea obligarnos a hacer algo a todos. El rebaño de representantes electos se traga sin rechistar la ocurrencia, y a las pocas semanas aparece en los Boletines Oficiales. Y ya está, estamos obligados a aceptar una norma absurda más.

De esta forma, nos han obligado a cosas absurdas que nos complican inútilmente la vida y que gravan en exceso aquello que con esfuerzo hemos conseguido y valoramos. Y la inmensa mayoría de la gente se lo cree. Así, una botella de plástico conteniendo agua mineral se ha convertido en una bomba peligrosa capaz de derribar un avión. Un simple cortaúñas tiene más peligro que un fusil de asalto AK-47.

Si quieres fundar una empresa, el Estado mete también los hocicos hasta la cocina, y  terminas harto y desesperado de la interminable burocracia que complica el ya tortuoso camino de sacar a flote un negocio.

Y ahora, no conformes con la infame socialdemocracia que ha convertido la propiedad inmobiliaria, por ejemplo, en un gueto en el que el propietario está constreñido por absurdas normas urbanísticas que limitan el derecho que con tanto trabajo y paciencia se ha ganado, ahora, justo ahora, llega Podemos, es decir, el comunismo del siglo XXI, a descubrir la pólvora. De nuevo reclaman un exceso de legislación abusiva que impida abusos. Lo cual es un contrasentido. Apagar fuego, con gasolina.

Una de las cosas que más retrasa la recuperación económica es el exceso de normas en nuestro ordenamiento. Deberíamos hacérnoslo mirar.

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