Estamos en época electoral y por lo tanto no parecería elegante hablar de política. Ya se dedican a ello con determinación, pasión, subjetivismo y alguna dosis de cinismo en los periódicos de tirada nacional. Sin embargo, y como no milito como afiliado en partido alguno no está de más acercarse a la periferia de la política sin llegar a penetrar de lleno en su fango.
Por eso quiero llamar la atención aquí sobre los temas tabú. Aquellos que no mencionarán nunca nuestros flamantes y pretendidos líderes de masas, ora por cinismo, ora por quítame de encima a los inquisidores modernos de la corrección política.
Quiero recordar que este año se escarnió públicamente a una familia en Balaguer por solicitar lo que a fin de cuentas es su derecho: estudiar unas horas en su lengua materna, que es además la mayoritaria en la región y en el país. Nadie prohibió semejante ataque al orden público y quién sabe si un presunto delito de coacciones.
Quiero recordar aquí que las mujeres y los hombres no son iguales ante la Ley en España porque el Constitucional tragó con la rueda de molino de la discriminación positiva y la Ley de violencia de género que además no solucionó el problema.
Quiero también poner de manifiesto que ponerte a trabajar por tu cuenta es casi imposible en este país, a menos que dispongas de un colchón financiero que te permita pagar de entrada una cuota de 300 euros al mes. Cosa que no ocurre en ningún otro país europeo.
Quiero manifestar que aún con la reforma laboral, España mantiene la legislación más rígida de Europa en esta materia, condenando al desempleo a millones de jóvenes. Y sólo se proponen involuciones.
Estas son algunas de las cuestiones que suelen escasear en los programas electorales y que en cierto modo nos convierten en un país peor preparado y menos libre. Ojalá rompiéramos estos tabús sin condenar a la hoguera a quien tenga la valentía de abrir tal melón.
Publicado en El Adelanto Bañezano