Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

Inventa tu Guerra Civil

Con ocasión del 75 aniversario del alzamiento militar que dió inicio a la Guerra Civil Española (la cuarta en 100 años), he tenido ocasión de leer en Internet una sarta de tonterías llenas de invenciones, de desconocimiento, de odio analfabeto y de victimísmo injustificado; que si no fuera porque en España uno ya está acostumbrado a todo, sería para llevarse las manos a la cabeza. ¿¡Dónde han aprendido historia estos imbéciles!?.

Las típicas mentiras comunistas han sido asumidas por el centroizquierda sin complejos y porque politicamente les venía bien para identificar al PP con Franco y garantizarse un 10% de voto fanático-analfabeto. Y ello ha sido así porque en el partido socialdemócrata español, el PSOE, ha habido un irresponsable que confunde estudiar la historia con revivirla, y que cada cual pueda enterrar en paz a sus muertos, con identificar y distinguir a los muertos malos de los buenos. Porque para esta nueva izquierda, hemos vuelto, con la tortilla dada la vuelta, a las andanzas del franquismo: en un bando, todos eran buenos. En el otro, todos eran malos.

Podría empezar mi argumento diciendo que el bien y el mal es algo relativo. Y que no hay buenos ni malos, y que las mismas personas, colocadas en distintos lugares pueden ser a un tiempo héroes y villanos. O podría citar a Gregorio Marañón diciendo que hay causas buenas y malas, pero hay hombres buenos y malos en los dos tipos de causa: Óscar Schindler era miembro del partido Nazi y salvó a más de mil judíos. Pero aquí en España no había prácticamente buenas causas en ninguno de los dos bandos de la Guerra Civil. Sólo se dilucidaba el color que tendría la dictadura siguiente. O nos acercábamos a Stalin, o a Mussolini. Porque, citando a Pérez-Reverte, el español histórico es un hijo de puta. Sólo hemos buscado escusas para fusilarnos los unos a los otros.

No recuerdo quién, si Madariaga o Álbornoz dijo que la pena es que no hubieran ganado los rebeldes en la primera semana de guerra. Porque entonces la democracia habría tenido alguna oportunidad. En el momento que en Agosto del 36, Franco tomó las riendas del ejército sublevado, esa oportunidad se quebró. Se esfumaba la idea de Mola de una dictadura republicana temporal para restaurar el órden.

En el otro bando, una república parlamentaria controlada por el Frente Popular, formado en parte por partidos que habían intentado acabar con la República en 1934, porque las urnas les habían quitado el poder; la única posibilidad de democracia murió cuando las democracias occidentales le dieron la espalda por temor a la incipiente bolchevización de las masas en teoría bajo control gubernamental, o a los atentados anarquistas. Así mismo, es de recordar la frase de Indalecio Prieto, líder socialista, el día en que una banda de pistoleros anarquistas asesinaron a los presos políticos (algunos simplemente por ser monárquicos) de la cárcel Modelo de Madrid: «Hoy hemos perdido la guerra». También cabe recordar la cobardía de los nacionalistas vascos, traicionando al bando republicano: mientras pactaban con Franco, decían que apoyarían a los republicanos; al final se rindieron en parte a un bando, en parte al otro. O lo miserable de los nacionalistas catalanes: fusilando a quien les estorbaba, prometiendo cosas a los anarquistas y luego traicionándolos, todo bajo la dirección de uno de los mayores traidores (a la Constitución de la República, a la ley, a su palabra) de la historia de España: Lluìs Companys, hoy homenajeado por los caciques nacionalistas. A algunos les fastidia que se recuerde el recibimiento caluroso de cientos de miles de personas a Franco en Barcelona. O cuando algunos empresarios catalanes pedían por favor a los sublevados que tomaran Cataluña para poder recuperar sus fábricas. O que muchos catalanes y vascos (Tercio de Montserrat, compañías carlistas; Barcelona fue la provincia de España con más volunatarios) lucharon en el bando Nacional, como el resto de los españoles.

Entre todo eso, hubo gente muy digna en ambos bandos, entre otros el socialista Julián Besteiro, ya septuagenario, denostado por muchos, por poner fin a la guerra para evitar mayor derramamiento de sangre de manera inútil. Besteiro, que denunció la deriva totalitaria y criminal de parte de su bando, el republicano, incidió en que una de las causas de la guerra fue la bolchevización llevada a cabo por la Unión Soviética, de la España republicana; y cuando Franco, tras el golpe de Casado y la rendición incondicional, entró en Madrid, Besteiro se quedó para proteger a la población civil mientras otros huían, cayendo él, bajo el yugo franquista, que lo condenó a 30 años.

Después de la Guerra, se instauró durante cinco años un estado cuasifascista, con vocación totalitaria, que se transformaría en simple dictadura militar, con vocación sólo autoritaria a partir de mediados de década y que se hizo evidente a partir de los años 50, cuando el régimen se deshizo de gran parte de la simbología e ideología fascista (supresión del saludo romano, menos peso político de Falange). La represión de posguerra ha sido exagerada por muchos, minimizada por algunos otros. Hay que decir que por suerte muchas de las condenas a muerte no se hicieron efectivas y la pena se cambió por la de 30 años, que con la amnistía de los años 50, se quedaron en poco más de 10. Por otro lado, en los años 40 el clima social, sobre todo en las capitales como Madrid, era axifisiante. El nacionalcatolicismo lo inundó todo.

Afortunadamente en los 50, la guerra fría y el acercamiento a Estados Unidos, hicieron que se pusieran las bases de una cierta liberalización que trajo el crecimiento económico y sobre todo desde finales de los 60, el ansia de cambio político, tanto en la oposición como en sectores reformistas dentro del propio régimen que acabaría fraguando en la transición.

PS: Ahora se compara a Franco con Hitler, Stalin y Mussolini. Poniéndolo como el peor de todos éstos. No es que Franco fuera precisamente un santo, aunque él se creía un elegido por la providencia, pero no cometió atrocidades comparables a ninguno de los otros tres dictadores. En ese sentido, hay que decir que ante todo era un militar, con todo lo que ello conlleva, no un lider fascista o comunista. En consecuencia, sólo se apoyó en políticos, pero la base de su régimen fue ante todo militar. Dictatorial, por supuesto. Pero el franquismo está muy lejos de los Nazis. De hecho, destituyó pronto a su cuñado Serrano Suñer, que era quien realmente tenía simpatías por el régimen alemán. De la División Azul hablamos otro día.

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