Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

El inepto de La Moncloa

Hace años, allá por 2004, envié al Diario de León una carta al director, dizque artículo titulada: Un presidente nuestro, que además fue resaltada en la redacción entre todas las demás cartas de aquel día en que se publicó. En ella, yo defendía a Zapatero, mea culpa, de aquellos que al día siguiente de ser elegido el primer presidente del gobierno de origen leonés ya lo estaban criticando y vaticinando una época negra de paro y debilidad política. Quién lo hubiera imaginado… en 2004. Ese año, a mis 18, voté PSOE. Hay quien dice que el que a los 20 años no es de izquierdas, no tiene corazón, y si en la madurez sigue siéndolo, no tiene cabeza. Intento justificarme. Era joven e ignorante, más que ahora, al menos. Me ilusionó el llamado «plan Oeste de Castilla y León» que propusieron el circunflejo de Moncloa y el escondido Caldera. Años más tarde, he comprendido que en unas elecciones generales, y muchas veces también en las locales, conviene ser un poco más altruista, mirarse menos el ombligo y pensar en el bien común que siempre repercute más a largo plazo.

Zapatero -a quien Ansón llama el ludópata político- ha traicionado todo. El modelo territorial pactado en 1978 y refrendado por el pueblo, haciendo que el TC -cada vez más politizado- apruebe un estatuto de autonomía manifiestamente inconstitucional y con la oposición del principal partido de la oposición, a quien pretendía cabrear, para presentarlo como un partido radical y propio del fascismo ante el electorado de extrema izquierda, para convencerla de que votara al PSOE. Ha roto con la transición en todos los sentidos. La ley de Memoria Histórica trata de presentar a los bandos enfrentados en la guerra civil como buenos y malos, una vez más. Se trata de utilizar la historia como arma arrojadiza contra el adversario político actual. Brasas casi apagadas que un irresponsable como Zapatero -porque ha sido Zapatero- ha avivado con el fuelle de la Memoria Histórica. Además ha utilizado una doble vara de medir en cuanto a las religiones, posicionándose contra la libertad de expresión en el caso de las famosas caricaturas danesas de Mahoma y burlándose cuando ha tenido ocasión -e injustificadamente- de los católicos -con los que yo no comulgo demasiado, por cierto, pero la verdad es la verdad-.

De todas formas, lo mas triste es la negociación política con ETA. El desprecio por las víctimas. El pasteleo con los nacionalistas para excluir al PP y a UPyD. El abandono por parte del PSOE de una política nacional en la que los debates sean puramente ideológicos: liberalismo versus socialdemocracia versus democracia cristiana; y no unos debates sobre temas sobradamente consensuados en su día como la Soberanía Nacional. La Nación española. La sumisión de todos, incluídos los nacionalistas, al imperio de la Ley, y la misión del gobierno de hacer cumplir la misma. No me imagino al candidato de UMP discutiendo con el del PSF sobre la naturaleza de la República Francesa o la Identidad Nacional gala. Esos temas en una Nación con unas instituciones democráticas serias son Intocables. Para el PSOE lo eran hasta la llegada de Zapatero al poder. Los malos son los etarras. Los buenos los ciudadanos y especialmente las víctimas del terrorismo y el Estado social y democrático de derecho en que se articula la Nación española. Lo que no entiendo es porqué el presidente del Gobierno de la Nación tiene que decir que un miserable como Otegui, que ha jaleado tantos asesinatos terroristas, y amparado tanta falta de libertad en el País Vasco, es un hombre de paz. Esto es intolerable. Un desprecio cruel, macabro, burlesco, hacia las víctimas.

Los medios de comunicación afines al PSOE, tan favorecidos por las mercedes del tonto de Moncloa, han sido cómplices de esta traición. De esta maldad. Así se ha presentado a las víctimas del terrorismo como fascistas de extrema derecha, o se las ha ridiculizado, simplemente por acudir con banderas nacionales -las únicas que representan a todos, y los derechos y libertades constitucionales- a las manifestaciones contra la negociación del gobierno con terroristas. ¿Se imaginan ustedes idéntica situación en Francia o Estados Unidos? ¿Se imaginan que en Estados Unidos el Tribunal Supremo permitiera a unos terroristas islámicos presentarse a la alcaldía de Nueva York? Pues ésto es lo que ha hecho Zapatero con los asesinos que constriñen la libertad en el País Vasco. Mayor desprecio moral a las víctimas no cabe.

Merced al injustificable compadreo PSOE-Nazionalistas, y a la presentación del PP como un partido marginado y extemista, en lugar de un adversario político clave para los acuerdos de Estado, muchos socialistas históricos han mostrado su disidencia con los inútiles que gobiernan la Ejecutiva Federal del partido: véanse los casos de Nicolás Redondo Terreros, Rosa Díez, Joaquín Leguina, Cristina Alberdi, etc. Y otros muchos que sin una disidencia abierta, han mostrado sus discrepandias con la deriva atomizadora y disgregadora de Zapatero, incapaz de poner sobre la mesa lo que nos une a los españoles, o criticando textos tan viles como el Estatuto de Cataluña: ver Paco Vázquez, José Bono (cuando le cantó las cuarenta a Maragall), Alfonso Guerra (cuando criticó abiertamente el Estatuto de Cataluña, aunque luego lo votó), etc.

También una política Internacional desastrosa: véanse como Zapatero se retiró de la negociación por el reparto de poder en Europa antes que Polonia, un país con menos peso económico y poblacional que España. Véase también que de estar con Aznar y González al lado de Estados Unidos y demás países clave, hemos pasado a estar al lado del Sultán de Marruecos -el dictador de Marruecos, sí el de Perejil, el hijo de el de la Marcha Verde, el que considera suyas las Canarias y media Andalucía-. También ha roto páctos tácitos históricos: a Gibraltar no se la reconoce, y va el tonto de Moncloa y envía al ministro de Asuntos Exteriores. No al de Interior. Ni va él, siquiera. No, no, al de exteriores. Como si Gibraltar, otra que se nos sube a las barbas, tuviera subjetividad internacional. Encima deja a nuestros agentes de la Guardia Civil, con el culo al aire en cuanto tiene ocasión.

Y por no hablar de la economía, que está ya muy vista. Mariano no habla de otra cosa, no sea que le llamen facha. O que le acusen de defender a las víctimas del terrorismo. O de ser demócrata -de verdad, se entiende-.

He escrito estas líneas sobre el Imbécil de Moncloa ahora, antes de que me puedan acusar de hacer leña del árbol caído. Ahora que se está viendo su obra: el erial en que ha convertido España. El cambio radical y para peor de política exterior, política territorial y política antiterrorista: los tres únicos temas que un buen estadista nunca debe tocar sin el acuerdo con la oposición. Los resultados son desastrosos. Y no me creo que el PSOE no tenga mejores activos que las Leires y Bibianas, los Moratinos, o Rubalcaba. ¿Por qué no vuelve Almunia, Solana, o alguien un poco más concienzudo? Porque Zapatero se ha encargado de que eso no pase, de que el partido quede volcado a la extrema izquierda y al nacionalismo oscuro, con la idea de excluir al PP por facha y porque es quien le puede apartar del poder. Ojalá se vaya pronto y nunca lo volvamos a ver en un cargo público. En la antigüa Roma, a su muerte, sería sepultado con ignominia, un personaje tan poco fructífero para la Nación y tan inepto como Zapatero.

Post Scriptum: todo ésto pone de manifiesto la necesidad de la democratización interna de los partidos políticos, para poder llevar la contraria al jefe, cuando se pase, sin miedo de que sus dedo no te ponga en la lista en las siguientes elecciones y te levanten de tu asiento en el Congreso.

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