Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

Percepción, realidad, vida

Me pregunto muchas veces qué es la realidad. La gente suele preguntarse qué es la vida. Yo creo que esa pregunta es incompleta y no engloba a toda la existencia. ¿No estamos siendo en parte arrogantes, o, en parte, cortos de miras al preguntarnos por lo que es la vida, nuestra vida? Para la mayoría de la gente, no existe nada más allá que su propia existencia, la vida humana y sus creencias. Me pregunto también por qué la gente tiene creencias tan irracionales: por qué se creen a pies juntillas los mitos descritos en libros religiosos, o por qué otros niegan tan a la ligera la existencia de una inteligencia superior, transfísica e independiente de la humana. No hay ninguna evidencia que sirva para sustentar ninguna de las dos cosas. La propia existencia, la propia realidad, cogito, ergo sum, es un misterio en sí misma. Pero no me creo que en nuestras percepciones sensoriales exista nada mágico ni milagroso. No hay santos que realizan milagros, ni Dioses que se manifiesten en zarzas que arden sin consumirse.

A pesar de lo dicho, conociendo, sabiendo, que incluso el espacio vacío no es exactamente lo que podríamos considerar la «nada», al ser susceptible de deformarse en contacto con la masa o la energía, y el saber que el tiempo no es algo inmutable y universal, sino que está unido al espacio, y la deformación de uno, conlleva la del otro; es difícil creer que no exista algo que esté más allá de aquello, de esa realidad deformable, difícil de comprender por nuestra mente cuadriculada y tendente a la uniformidad de lo que podemos percibir. Tengo el convencimiento de la existencia de una realidad transfísica, que a su vez puede ser susceptible de estar contenida en otra realidad mucho mayor. Las últimas teorías físicas hablan de dimensiones imperceptibles en este espacio, que revelan la posible existencia de otros universos, en este o en otros espacios diferentes, más allá de lo que podemos comprender. Eso unido a que vivimos en un universo que puede ser cíclico, según las más vanguardistas teorías cuánticas, en caso de que todo termine en los agujeros negros o en un gran desgarramiento de las partículas que todo lo componen, y a partir de ahí, de manera incomprensible para nuestra percepción, generarse otro big bang a partir de la concentración de toda la materia-energía en una nueva singularidad o átomo primigeneo.

Lo más sorprendente de todo, es que habiendo leído un poco, no demasiado, sobre el tema, me resulta difícil definir lo que es real. Lo que pertenece al mundo de las cosas. Lo perceptible y aquello, que aun sin ser perceptible hace que funcione. En caso de que existiera un Dios omnisciente y omnipotente, estaría fuera del tiempo, puesto que para ser omnipotente no podría estar sometido al tiempo, porque, entonces no lo sería. Pero puede que en una realidad transfísica no sólo sean diferentes las leyes de la física y las fuerzas que rigen el movimiento de los cuerpos, sino que la propia lógica puede ser diferente. Las premisas que sirven para llegar a una conclusión en nuestra realidad, pueden dar un resultado totalmente distinto en una realidad transfísica o paralela. Por lo tanto, puede que la existencia de un ser creador u omnipotente no esté en contradicción con ninguna ley de la física aplicable a nuestro universo perceptible.

Habiendo dicho todo esto, uno no puede evitar preguntarse qué cojones estamos haciendo en este mundo. ¿Por qué la gente mata a otra gente por no creer en el mismo Dios o, peor aún, en los mismos dogmas? ¿Por qué la naturaleza humana es tan capaz de hacer que el poder deforme la conducta como, por ejemplo, el Sol consigue que el espacio se curve, haciendo que la tierra gire a su alrededor siguiendo el camino marcado por esa ondualción? O acaso alguien cree que el hecho de ser más guapo, tener más coches o mejores que su vecino, o casarse con una mujer o un hombre despampanante va a tener trascendencia más allá de ese pequeño periodo de tiempo en el que va a poder presumir. ¿No se dan cuenta de que lo único que importa no es el poder, ni el ser admirado, ni tener dinero, sino lo poco que podemos vivir en este ínfimo espacio comparado con la inmensidad del cosmos con una persona que merezca la pena y huir de la hipocresía, siendo lo suficientemente lúcido como para comprender que somos insignificantes y probablemtente intranscendentes en el tiempo, y que, lo poco que tenemos aquí nos lo pueden arrebatar en un segundo, igual que se corta con una guadaña aflilada una flor en medio de un campo del alfalfa?

Siguiente Entrada

Anterior Entrada

Comentar

Dejar una respuesta

© 2024 Daniel Ortiz

Tema de Anders Norén