Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

La carretera de la vergüenza

Entre Alija del Infantado, en León, y Coomonte, en Zamora, hay un estrecho y corto camino de apenas kilómetro y medio, tirando por lo alto.
Por ese camino o carretera o como queramos llamarlo, por nombrar de alguna manera a tan maltratado sendero, pasan diariamente decenas, quizá cientos de coches, y semanalmente aún más. En la zona uno de los principales pasos de comunicación entre los pueblos de la provincia de León y los de la de Zamora.

Situados pues, vamos a comentar el estado del firme de esa carretera: baches mal reparados, estrechez de la calzada, y cuando digo estrechez digo que en algunos sitios cuesta pasar dos coches pequeños; curvas en lugares poco propicios e inclinaciones y desniveles insospechados, mierda para las suspensiones y las cabezas de los viajeros que van por ese camino. Y para el colmo de males se ha convertido en un lugar de paseo, ese camino con curvas y cambios de rasante fuera de lugar, con lo cual si no ha habido un accidente mortal po atropello o por colisión ha sido pura casualidad, pura coincidencia. Mientras los coches suben por los baches mal tapados, no sabes donde va a acabar el salto, y aún pasando a cuarenta por hora se hace notar el peligro si te cruzas de frente con algún viandante.

Los pringaos que tenemos por gobernantes en las diputaciones de Zamora y de León se pasan la pelota de las competencias para cambiar esto con la Junta de Valladolid y Pucela, cada vez que les reclamas algo y con los ayuntamientos, sin medios económicos para resolver el problema.

Ya estamos hartos de tanta bazofia política, tanta mierda de cartitas llenas de halagos y buenas intenciones por parte de los gobernantes provinciales para tranquilizar nuestros ánimos y animarnos a no protestar. O la Junta, que va a ser que no, se hace cargo, o cada diputación provincial que arregle su parte, pero ya es hora de que nos dejen conducir tranquilos de Alija a Coomonte y de Coomonte a Alija, que son los pueblos de la zona que más se visitan entre sí. Menos maquinaria burocrática, nada de relaciones públicas, y sí un buen asfalto ancho y señalizado de una puñetera vez.

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