Cuántas veces habremos escuchado la palabra “reaccionario”. Cuántas veces, a los que no simpatizamos con revoluciones, ni con sistemas en los que la libertad del individuo está subordinada a la planificación central habremos escuchado acusaciones de formar parte de la “reacción”. No sé si siquiera un tercio de los que pronuncian tales expresiones tendrá el más mínimo conocimiento del alumbramiento de las mismas. Quiero decir que quizá no conozcan más historia que una idealizada imagen del gobierno del Frente Popular, siendo derribado por una turba de militares carcas. Quizá, los “reactores” más entusiastas se atrevan a descender a 1917, y a subir al nordeste de Europa, donde repiten con la Revolución Bolchevique el mismo ejercicio de idealización y denostación.
Están en lo cierto cuando aplican la expresión “reaccionarios” a los movimientos fascistas en sus diversas formas, también revolucionarios y también totalitarios. Pues estos fueron, sin duda, una reacción que aunó las inquietudes socialistas y ultraconservadoras, mezclándolas con el irracionalismo. Sin embargo, si a los liberales nos aplican tal calificativo, hay que decir que no pueden estar más herrados: la revolución socialista y el movimiento obrero no fueron más que una reacción, equivocada si se basa en el marxismo, al movimiento liberal incipiente en la Europa hasta finales del siglo XIX. Es decir, en este caso, los reaccionarios son los marxistas descontentos con la revolución liberal.
A la revolución liberal, los reaccionarios socialistas, primero la denostaron por democrática. Después, por igualitaria –cualquier mendigo podía, al menos teóricamente, que ya es algo, llegar a ser un acaudalado emprendedor-. Y por último, se inventaron, sin tener ni idea de economía, el mito de la Revolución Industrial denostada y explotadora. Olvidando que fue la Revolución Industrial, precisamente, la que hizo descender dramáticamente la tasa de mortalidad y mejoró las condiciones de vida con respecto a lo anterior (el Antiguo Régimen). Estas mejoras se debieron, y así lo dicen autores tan renombrados como Mises –y no soy yo quien contradiga al filósofo y economista austriaco, al ascenso de las ideas liberales.
Publicado en El Adelanto Bañezano.