Hoy en día, en España, es habitual escuchar a gente decir de sí misma que se considera «anticapitalista». Esto ocurre porque según su opinión, el sistema de libre mercado es el que ha causado la larguísima crisis económica que padecemos. Dicho de otra forma: la libertad de mercado ha arruinado a la clase media española y ha frenado su nivel de vida. El análisis que hacen es muy superficial. Cuando hablan de capitalismo, sólo piensan en grandes compañías y enormes entidades financieras que, a su juicio, pretenden esclavizarnos a todos. Piensan en corrupción, en oscuros tejemanejes y secretas reuniones con el objetivo de que la «clase trabajadora» se quede al margen de los beneficios que genera con su industrioso trabajo. Pero ese análisis, además de sectario, es una falacia.
El análisis que hacen los autodenominados anticapitalistas es totalmente falso, porque, para empezar, parte de una premisa equivocada: que la economía española es de libre mercado. No se puede hablar de economía de mercado, más bien, de una imperfecta economía mixta en la que el sector público ocupa ¡La mitad del producto interior bruto! Tenemos un sistema en el que un Estado (y por estado, me refiero a todas las administraciones) omnipresente controla, burocratiza y pone trabas a cualquier atisbo de acuerdos libres entre individuos.
Tampoco dicen nada sobre la pequeña y mediana empresa. Para ellos, el concepto de empresario es difuso. Se refieren a los ricos, contra los que cargan. Esos que son tan necesarios para que haya inversión en el país. Pero alguien debería decirles que el fontanero o el panadero de su barrio son también empresarios y, que con su esfuerzo y dedicación, han de superar todas las barreras de entrada que la estúpida intervención estatal que sufrimos les impone, para tratar de salir adelante. Somos el país europeo en el que más difícil es emprender.
Capitalismo no es ninguna organización mafiosa. Capitalismo es libertad. Esta crisis no se debe al capitalismo sino, precisamente al lastre que supone la excesiva intervención. La semana que viene, seguimos.
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