Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

Cuestión de mentalidad

En España, las cosas no suelen ser como nos las pintan. Tenemos demasiado interiorizado el corporativismo como para darnos cuenta de que, con nuestras estructuras actuales, no podemos competir en el mundo tan dinámico del siglo XXI; ni pretender tener el nivel de vida de los países con los que aspiramos a compararnos.

Así, lo que tanto criticamos de partidos y sindicatos, cuyo aparato corporativo protege con recelo y a despecho de las críticas a sus miembros más leales, después lo aplicamos inconscientemente en nuestro día a día. O de modo no tan inconsciente.

Así pues, no encajamos nada bien la competencia en nuestra profesión y exigimos al Estado insufribles barreras de entrada para evitar lo que llamamos «intrusismo laboral», que en nuestro país se interpreta de manera extensiva, coartando no sólo la libertad, sino nuestro deber de esforzarnos por ser competitivos. La reacción ante la llegada de un competidor mejor debería ser innovar para tratar de superarlo, no absurdas manifestaciones reclamando medidas para impedirle competir.

Para ello necesitamos un total cambio de paradigma. Dejar de lado las conspiraciones del “capitalismo explotador” y aprender que para salir adelante hay que aportar algo valioso para los demás. En España, queremos que nos lo den todo hecho, y después, cuando no nos lo dan, protestamos y bramamos contra el establishment.

Así tenemos una estructura social, cultural y productiva anquilosada. Para ilustrar lo que digo basta con comprobar que de las 20 primeras empresas españolas, ninguna ha sido fundada en las últimas tres décadas. O que la mayor parte de nuestro cine viva más de las subvenciones que de su propia calidad y capacidad para llegar al público.

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