Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

Corrección política versus carreras de verdad

Aunque tengamos el privilegio de asistir a una de las épocas con más talentos en la historia del automovilismo compitiendo entre sí, tristemente a los clásicos aficionados a los motores, nos queda un tanto soso el sabor cuando vemos una carrera. Ya criticó Eddie Irvine la rectitud y estúpida perfección en las líneas de los circuitos; además están la ausencia de curvas originales, y las sanciones a la mínima a los pilotos que intentan adelantar o luchar por una posición.

Ya las transformaciones producidas en los coches, que hacen de ellos autos feos y de videojuego, me parecen horribles, pero me lo parecen aún más cuando tratan de convertir la Fórmula 1 en una especie de Nascar, donde además, a diferencia de lo que ocurre en la serie americana, no prima lo deportivo, sino lo económico. El llevarnos a países situados en el trastero del mundo, a por unos cuantos milloncejos y olvidarnos de circuitos clásicos como Ímola, o como Osterreichring, ahora RedbullRing, o de países que siempre estuvieron ahí, como Francia u Holanda, me parece una falta de respeto a los aficionados europeos, ya que, que yo sepa en Bahrein, en Turquía o en Malasia no hay una gran afición al automovilismo deportivo. Acéptese China, donde, pese a la censura, y a la violación de derechos humanos, y todo lo que ustedes quieran, ha nacido una gran afición a los Grandes Premios.

Qué hartura, cada vez que veo un nuevo diseño de Hermann Tilke, a quien se la tengo jurada desde que capó a uno de mis circuitos favoritos: Hockenheim. Y digo hartura porque, sobre todo los últimos, lejos de ser emocionantes desde el punto de vista del pilotaje, o favorables a los adelantamientos desde el punto de vista del espectáculo, no son más que un bodrio de horquillas y curvas en ángulo recto que aburren hasta al más simpático de los humoristas. Además, algunos, como el de AbuDhabi, parece ser una explanada de asfalto pulido con unas líneas pintadas sobre la misma. Y qué decir de Spa, nuestro circuito favorito, y cada día el de menos gente. No sé a quién se le ocurrió cerrarlo al tráfico, hacer escapatorias en La Source, o estropear la chicane Bus Stop, pero, ni se ha mejorado la seguridad, ni ha aumentado el espectáculo. Además en cierto modo, ha perdido el característico tono del mítico circuito que fué décadas atrás, cuando Schumacher aguantaba a Hill en lluvia con neumáticos de seco, o cuando Hakkinen realizó en Les Combes aquel mítico adelantamiento sobre el Alemán, ante un sorprendido Zonta, que veía pasar a 300 km/h a los dos bólidos más veloces del mundo, uno por cada lado.

Como digo, hemos perdido técnica, espectáculo y demás, y para más inri, no hemos ganado en seguridad, porque Singapur o Abu Dhabi, no son más seguros que Spa o Silverstone, o incluso que Hockenheim en sus buenos tiempos. Alguno debería meditar, si, dado que la FOM no tiene excesivos empleados, y el tío Bernie ya está forrado, merece la pena sacrificar tanto los sentimientos de los aficionados europeos, y quitarnos Magny Cours o Paul Ricard, Spielberg, Ímola o Buenos Aires, y llevarnos a tomar por saco a lugares que no tienen más sentido que hacer que el mundo real se parezca al videojuego, y no viceversa. Parece tener buena pinta el nuevo trabajo de Tilke, en un país con tradición como es Estados Unidos, pero… con reservas, preocupado estoy por la que nos pueden endiñar en Austin, Texas.

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