Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

Eminentes analfabetos

El otro día, navegando por Internet, casualidades de la vida, me topé en una de las llamadas redes sociales con una página que me dejó atónito por su título: Los de ciencias no vamos de superiores, ¡lo somos! Segundos más tarde, me decidí, por curiosidad, a entrar en semejante despropósito intelectual de página. Quién sabe: a lo mejor alguno de los pobres infelices que hayan plasmado sus ocurrencias aquí, dizque escribirlas, me deparen alguna que otra carcajada, de risa y pesar a un tiempo.

Están convencidos, por lo que puedo leer. Los de latin que cierren la puerta al salir -olvidando la tílde o acento gramatical sobre la í de latín, y la coma después de la misma palabra-. Alguien debería decirle a este analfabeto –ignorante, sin cultura o, profano en alguna disciplina; según la segunda definición de la RAE, academia de la que forman parte, entre otros, eminentes personalidades científicas- que la palabra castellana Ciencia, es un cultismo que proviene del latín Scientia, que significa sabiduría, conocimiento.

De paso quiero recordar a todos estos imbéciles –alelados, escasos de razón; según la primera definición de la RAE- que los grandes científicos de la historia, generalmente han sido al mismo tiempo humanistas: ver Santiago Ramón y Cajal o Isaac Newton que escribió su obra en latín. Además de que el conjunto de ciencias: humanas, sociales, naturales, técnicas, etc… vienen todas históricamente de la misma rama: la filosofía. Disciplina que nació en cuanto al mundo occidental se refiere… oh, ¡qué casualidad! en Grecia. Por algo los que ellos llaman inferiores, retrasados, entre otras cosas se dedican al estudio del latín y el griego. Las lenguas de Julio César, de Galeno, de Ptolomeo, de Aristóteles, de Hipócrates, de Eratóstenes. Sabido es que mis amigos, los superiores, no sabrán ni de quiénes estoy hablando. Ellos se lo pierden.

Los científicos de verdad no son así. Nadie piense que el arriba firmante guarda algún tipo rencor con la ciencia natural y técnica. Al contrario, me intereso diariamente por ella, sus avances, el funcionamiento del entorno y demás. De eso se trata: hay que saber de todo, ser renacentista. Porque las máquinas saben hacer cálculos y registrar datos. Los animales, es decir, una hormiga, un bruto, vive: nace, crece, se reproduce y muere. ¿Qué es lo que nos diferencia de ellos? La conciencia, la ciencia humana y social. Una persona que sólo resuelva problemas matemáticos no es diferente de una máquina. Además es peligroso: las humanidades, las ciencias sociales, su conocimiento nos ayuda a enfrentarnos a situaciones: la historia nos ha demostrado que no basta con saber cómo fabricar una bomba de neutrones. Si no existiera quién se preguntara cosas en base a los principios de la ciencia humana, ¿quién resolvería las controversias que se dan en toda sociedad humana? ¿quién libraría al mundo de la supersticción para infundirle la razón? ¿quién detendría a un tirano con capacidad técnica para aniquilar gente sin ningún problema moral? y lo más importante: ¿nadie se preguntaría nada? ¿No sabríamos de qué somos conscientes, de dónde venimos, a dónde podemos ir?

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