Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

Hablando del tiempo

Se acerca lenta pero inexorablemente la primavera y ya se nota en el ambiente. Al ser más largos los días de marzo, hay más tiempo para hacer más cosas a la luz del día, especialmente si es un día libre o un fin de semana. Cada uno tiene sus aficiones y una de las mías, aparte de fotografiar paisajes, es salir en bici por el rústico terreno de nuestros montes y campos. El tiempo se está poniendo a punto de caramelo para ello. En ésta época, cuando aún no se ha licuado por completo la nieve en las montañas y aún podemos ver de blanco –como al Real Madrid– El Teleno, el estado de ánimo suele subir varios puntos. Los campos reverdecen y en menos de lo que canta un gallo empezaremos a ver salir las hojas de los árboles. Por fin, con esfuerzo y tesón, podemos ir viendo el resultado de la siempre laboriosa siembra invernal: los famosos brotes verdes.

Nuestro pintoresco país es un paraíso establecido en el sur de Europa, y en estos momentos –a pesar de los agoreros, y quizá también de los políticos, valga la redundancia– vemos por fin reverdecer nuestra producción, la tierra prometida en el horizonte desde hace más de un lustro.

Al respecto, y aunque soy jurista, no economista, me temo que traigo buenas y malas noticias. La buena nueva es que la recuperación es real, las empresas españolas son lo suficientemente competitivas para que nuestro país sea el que más crece de la zona Euro aunque, eso sí, tengamos bastante margen. La mala es que se ha acabado la fiesta del crédito fácil, del gasto desaforado sin ser respaldado por un aumento de la productividad y que, y esto es lo importante: debemos asumir que a partir de ahora la mejora va a ser lenta, mucho más lenta que en otras ocasiones. Pero lo será. Lo es. Y sin excusas. Además es un crecimiento real, no una burbuja hinchada de crédito.

Por lo tanto, hay razones para el optimismo. A pesar de todo.

Artículo publicado en El Adelanto Bañezano

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