Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

No les debemos nada

Hoy leí unas declaraciones de don Santiago Carrillo, un veterano de la política española al que siempre conviene escuchar, no por el contenido de sus palabras -que siempre es predecible, aunque últimamente a raíz de la fiebre estúpida y revisionista de la Desmemoria Histórica, esté más envalentonado de la cuenta- sino por su siempre envidiable verbo y experiencia vital. Sin embargo, y olvidándonos de su responsabilidad en ciertos hechos acaecidos durante la Guerra Civil, tiene los defectos propios de un izquierdista consumado incapaz de ver más allá de la frontera de su ideología.

Lo que ha suscitado mi atención y cabreo último son sus declaraciones sobre la banda criminal, separatista, y fanática ETA. Dice el veterano político que si ETA se autodisuelve, si abandona las armas voluntariamente, habrá que ser generosos. ¿Generosos en qué sentido? ¿Pondremos a los asesinos en la calle sin más, suspendiendo su condena? ¿Indultos? ¿Refugios en países sin extradición? ¿Ventajas políticas para la izquierda separatista? Lo que me da la impresión es que la estupidez de la izquierda socialdemócrata o eurocomunista para con Batasuna y ETA, -igual que la estupidez de la democracia cristiana y el conservadurismo para con el PNV y Unió, al considerar que se les ha de dar vidilla por ser católicos y conservadores- va a terminar con una injusticia tremenda.

España, como Nación, no le debe nada a los asesinos. Los vascos que han sufrido la violencia y la falta de libertad, no le deben nada a ETA. El Estado social y democrático de derecho, pese a sus múltiples fallos, no le debe nada a ETA. Nadie obligó a los asesinos a actuar así. Por lo tanto, no debemos hacer ninguna cesión política ni de otro tipo, a consecuencia de la violencia, ni tampoco del cese de la misma, sea éste definitivo o no. Porque los asesinos no tenían ningún derecho a matar, ni a mutilar, ni a amenazar a nadie. Y no renuncian a ningún derecho si dejan de hacerlo y por tanto no cabe premiarles por ello. Todo lo demás sería una injusticia. Sería olvidar cinco décadas de muertos, de un clima político enrarecido y con falta de libertad, con el silencio cómplice de los corderos -unos agitan el árbol, otros recogen las nueces- a quienes les convenía que lo que nos une como españoles y demócratas estuviera prohibido en las provincias vascas.

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