Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

Mayo

Llegado el tiempo de alzar los mayos para continuar con la pagana tradición –tan popular en la región leonesa- de las maiales romanas (o célticas, o griegas o fenicias), el buen tiempo hace su aparición y se conmemoran fechas y fiestas de gran arraigo popular como la romería de Castrotierra o la festividad de San Isidro labrador.

Al llegar mayo, el mes en el que las gentes de nuestros pueblos alzan los troncos con los espantajos y las banderas en lo alto, se conmemoran festividades en las ciudades que alcanzan los gustos de todos los aficionados a los ritos y la estética.

El anacrónico primero de mayo, a cuya conmemoración sólo acuden los liberados sindicales y poco más es una celebración sin mucho sentido actual que recuerda los sucesos de Chicago a finales del siglo XIX y es considerado el día mundial del movimiento obrero. Es un contrasentido llamar día del trabajo a un día en el que no se trabaja y está por ver que el llamado ‘movimiento obrero’ haya aportado algo valioso a la humanidad. Sin embargo ahí siguen cada año, con la misma estética de hace un siglo y con los mismos ideales –otros no pueden decir lo mismo-.

Y por otra parte, también a principios de mayo, se conmemora la jornada más mítica y mitificada de la historiografía y la literatura de España: el Dos de Mayo. Lejos de reflejar la realidad con exactitud, el día de la ira en el que algunos habitantes y huéspedes de Madrid se levantaron contra las tropas francesas ha transcendido a la historia y ha pasado –merced a Goya y a sus cuadros, y a la narrativa galdosiana- a la leyenda nacional. Muchos no se explican por qué este levantamiento popular, precedido por otros, como el de León, no estableció una fiesta Nacional análoga a la de la toma de la Bastilla en Francia. No en vano, fue el origen de la guerra de la independencia que gestó la Constitución de Cádiz; y por lo tanto, el pistoletazo de salida para la España contemporánea y la libertad.

Publicado en El Adelanto Bañezano.

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