Daniel Ortiz

EXTRA ITINERE AD ADSTRA

Arquitectura tradicional

Hace unos días, estuve de visita en Castrillo de los Polvazares, cerca de la vecina ciudad de Astorga. Fue un placer dar un paseo por sus calles y tomar fotos de un lugar poco corriente en nuestros tiempos, que supone un reflejo parcial de lo que en siglos anteriores pudieron ser la mayoría de nuestros pueblos. El paseo por Castrillo, me sirvió al mismo tiempo para reflexionar sobre lo que está ocurriendo con nuestras construcciones tradicionales, con la fisonomía de nuestras localidades.

Aun expresando mi máximo respeto por la propiedad privada, derecho fundamental para garantizar la libertad de las personas y su progreso económico, no puedo sino señalar el mal gusto, el desprecio, que tenemos para con las casas, edificios de tapia, piedra y adobe en las que vivieron nuestros abuelos. En las que se criaron y jugaron niños y crecieron, y vivieron y llegaron a ser ancianos.

Algunas son muy antiguas, varios siglos, como demuestran muchas de las inscripciones existentes en las vigas de madera que sujetan sus muros sobre las puertas. Estas circunstancias no son, por desgracia, obstáculo para los propietarios cuando se trata de derribar estos edificios centenarios y sustituirlos por otros de ladrillo –o incluso, por solares-; lo que demuestra, en cierto modo lo ignorantes de nuestro patrimonio cultural que podemos llegar a ser.

No pasará mucho tiempo, a este paso, para que en la mayoría de nuestros pueblos olvidemos –salvo honrosos y excepcionales ejemplos de restauración-, cómo y dónde vivieron nuestros antepasados y con ello, la dureza de sus vidas y en no pocas ocasiones, los objetos testimonio de sus obras. Quizá no sea posible que todos los pueblos sean como Castrillo de los Polvazares, pero la gente debería tener un poco de conciencia acerca del valor de la restauración y conservación, del placer de una construcción cuya historia habla por sí misma.

Daniel Ortiz Guerrero.

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